viernes, 22 de marzo de 2013

¿Mejor o peor?

Todos sabemos que mientras se nos acercaba el pasado 21 de diciembre las expectativas con respecto a lo que habría de pasar eran altas. Había incertidumbre, miedo, curiosidad, escepticismo y pare de contar. Yo, personalmente, admito que a unos cuantos años el temor me consumía, después fue disolviéndose hasta llegar a la indiferencia y al final acabó siendo algo similar a la imprudente burla; no sé si sería un sistema de autodefensa por negación o es que sencillamente ya no me importaba. Lo ignoro.

No obstante, al día de hoy me pregunto si hubiese resultado más provechoso para todos que las profecías mayas, Bíblicas y demás se cumplieran, y hubiéramos acabado todos muertos por X o Y motivo. Quizá es que nunca antes le presté atención a las noticias y a lo que sucedía en el mundo; puede incluso que ahora, por ser mayor, me interesen más esas cosas o sencillamente me tropiezo con más noticias en mi vida diaria, pero me parece que la perversión humana, sobre todo aquella llevada a cabo por quienes de algún modo mantienen poder sobre otros, está llegando a límites insospechados.

Recuerdo que el 2011 fue el año del derrocamiento de dictadores y malditos que consiguieron su puesto de todas las más dudosas formas que se puedan imaginar, y así como hicieron añicos a su propio pueblo por querer mantenerse en el poder, fueron derrocados uno por uno; no todos, pero sí un número importante. Ahora estamos en el llamado "mes de la mujer", y la cantidad de documentales sobre maltrato femenino que llenan los horarios de cada canal informativo es impresionante de ver. Lo que más me molesta de la cuestión es que, como yo, existen muchos que prefieren cambiar el canal ante los comerciales de dichos programas para evitar enterarse de la horrorosa verdad; y si yo lo hago es porque me da coraje ver cómo representantes del sexo al que pertenezco son peor tratadas que reces para la venta.

En el portal Avaaz.org circula la petición de una colecta de firmas para el siguiente caso, y les cito algo del correo que recibo por ser afiliada:

"Cuesta creerlo, pero una joven de 15 años víctima de violencia sexual ¡ha sido condenada a recibir 100 latigazos en público! Pongamos fin a esta locura dándole al gobierno de Islas Maldivas donde más le duele: su industria turística.

El padrastro de esta joven está acusado de violarla durante años, y de asesinar al bebé fruto de sus abusos. Pero el tribunal ha dictado que es ella quien debe ser azotada por haber mantenido “relaciones sexuales antes del matrimonio” con un hombre al que ni siquiera han nombrado! El Sr. Waheed, Presidente de las Islas Maldivas, ya está bajo una enorme presión internacional, y podemos forzarle a salvar a esta niña y a modificar la ley para evitar que otras víctimas sufran este cruel castigo. Así es como podemos terminar la Guerra contra las Mujeres: alzando nuestra voz cada vez que sucedan atrocidades como esta."

Creo que todo está más que claro. Y yo no puedo siquiera acabar de entender cómo en la mente de cualquier ser que se considere "pseudo racional" parece lógico que se castigue a la víctima en lugar de al victimario. Francamente me encantaría que alguien inventara la bomba atómica personal, como las bombas antipersonales, y poder lazárselas a basuras semejantes que no hacen más que empeorar la ya mala reputación del género humano. Pero claro, ¿reputación ante quién? ¿Ante el resto del reino animal? Por eso no nos importa.

Perdonarán ustedes mi descarga y mis palabras, pero la indignación es algo que me corroe tan fuertemente cuando me entero de cosas así que pienso que acabaré asfixiada con mi propia ira algún día. Lo más triste de todo es que la injusticia no es sólo hacia la mujer, que ya de por sí es grave porque todos le debemos la vida a una, sino con los más débiles, los más desamparados, y también los más numerosos. Para ganar un juego de ajedrez hay que sacrificar piezas, y si hay que hacerlo yo preferiría que fuera para conseguir quizá no la paz, pero sí algo de justicia... o venganza contra los impúdicos gobernantes, es casi lo mismo.

También que otros líderes políticos que con su influencia podrían ayudar a disminuir los abusos prefieran conservar relaciones para beneficio propio, haciendo la vista gorda, sólo demuestra que no somos parte del problema. Somos el maldito problema, y al parecer muy pocos quieren volverse parte de la solución. Y muchos dirán "¿qué puedo hacer desde mi casa? ¿Qué puede hacer una persona?", y yo respondo que no es necesario ir a tocar la puerta de los abusadores y empuñar un arma para hacer la diferencia.

Si una hormiga pica, es una molestia. Si lo hace el hormiguero, hablamos de algo completamente distinto.

Y todo esto me lleva finalmente al título de esta nota, que completo de la siguiente manera: "Que las predicciones del fin del mundo no se cumplieran ¿es mejor o peor?" Yo quiero creer que una fuerza (llámese Dios, Zeus, el Universo, la suerte, el destino, etc.) nos dejó un tiempo más acá porque aún podemos salvarnos de nosotros mismos, porque yo creo firmemente que el mayor mal que aqueja a la humanidad es la misma humanidad, y me gustaría que eso cambiara, ya que con la sola vida ya es bastante.

Ojalá mi indignación sea compartida pero no guardada. Ojalá que pronto podamos hacer algo que marque una importante diferencia como cuando las mujeres se alzaron y pidieron estar a la par de los hombres en todo. Ojalá algún día tengamos la valentía y la resolución de decir "voy a morir de una forma u otra, pero prefiero hacerlo luchando que huyendo". Ojalá nos volviéramos "el pueblo humano", y lucháramos por nuestros semejantes.

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